En algunos países europeos están proliferando ciertos grupos de fanáticos que, moviéndose en el límite de la ley, pretende socavar los valores de nuestra sociedad.
En España tenemos nuestra propia versión de estos movimientos pro-Sharia, llamados Sharia Spain, un grupo que se define como el “primer partido político islamista en España, con el objetivo de demostrar la hipocresía de la democracia y restablecer la ley islámica. Se alía con todos los partidos y grupos que llamen a la Sharia y la vuelta al manhaj de los salaf, condena el terrorismo sionista y toda forma de injusticia similar”. No ocultan su devoción por Bin Laden, al que catalogan como mártir “quiso premiar Alá al Sheikh Osama con el martirio” y no son demasiado astutos en el llamamiento a la yihad armada.
Muy activos en internet, con un blog llamativo y con numerosos contenidos (http://sharia spain.blogspot.com/), tienen aproximadamente unos 400 seguidores repartidos entre varias redes sociales. Entre las fatuas que pueden consultarse en su web, se encuentra una que tiene por título: “Quiero ir a la yihad, pero mis padres no me dejan”, u otra en la que se dice que es haram (ilícito) que las niñas exhiban sus impúdicas pantorrillas, ya sea en público o en privado.
El polémico líder de este extinto grupo, Anjem Choudary continúa su lucha por instaurar la Sharia en el Reino Unido, y no ceja en el empeño de “poner las semillas para un emirato islámico a largo plazo”. Conviene destacar que este predicador ha declarado públicamente que “El islam no es una religión de paz, porque el islam no significa paz, significa sometimiento. Un musulmán es alguien que se somete. Hay lugar para la violencia en el islam, hay lugar para la Yihad en el islam”.
Él ha sido el impulsor de inundar con carteles y pegatinas algunos barrios de Londres con mayoría musulmana (un 30% del total de habitantes) con vistosos carteles de color amarillo donde se puede leer: “Usted está entrando a una zona controlada por la Sharia; aquí, la ley islámica debe ser observada”.
La octavilla informa que dentro de la “zona Sharia” no se permite el consumo del alcohol ni casinos. Además el panfleto prohíbe música y conciertos, pornografía o la prostitución, así como el consumo de estupefacientes.
Sharia Belgium y Sharia Holland, han creado incluso un sistema judicial basado en la Sharia que sustituiría al legal. De hecho confirman que “a un musulmán le está prohibido acudir a la policía o al juzgado, lugares regidos por leyes hechas por el hombre y que se modifican en función de los deseos de unos y otros. Utilizamos las leyes de Alá para resolver los conflictos internos y pedimos a nuestros hermanos musulmanes que no acudan a esos teatros”. Estos juicios alternativos se celebrarían en mezquitas privadas y teterías de ciudades como Amsterdam o Londres, con sentencias dictadas no por jueces titulados, sino por sabios musulmanes.
El gran problema que se nos presenta en Europa con estos grupos de radicales islamistas es que han aprendido cómo moverse en el límite de lo legal; saben qué cosas pueden decir y qué cosas no. Además, han sabido muy bien adaptarse a las nuevas tecnologías para llegar a más gente y difundir su mensaje, sobre todo a través de foros de internet. Están bien organizados y aprovechan cualquier agravio contra los musulmanes para manifestarse en la vía pública, con el fin de atraer a posibles adeptos así como para darse a conocer en los medios de comunicación.
No pretenden convivir en paz con los europeos, ni respetar nuestra democracia, quieren implantar la Sharia en todos los aspectos de la vida. De momento no son grupos excesivamente numerosos y no cuentan con el apoyo de la inmensa mayoría de los musulmanes. Tienen un discurso a veces ambiguo, y otras veces más literal sobre la violencia, la Yihad y el terrorismo.
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