El progresismo es una religión. Laica, pero una religión al fin y al cabo, con sus dogmas, sus numerosas congregaciones, sus profetas y sus verdades reveladas, tal vez por ello los vicarios de la secta se atreven a dictar al mundo diariamente cómo debe conducirse, sin embargo, por alguna extraña razón, ninguno de los referentes intelectuales de la progresía contemporánea se siente obligado a observar en su conducta personal aquello que con tanta fiereza exige a los demás...Erase una vez, hace muchos años, que un lejano país vivió en un cuento de hadas, el truco se llamaba economía planificada y con él se iba a conseguir el milagro de la abundancia, las cosechas, la producción, los bienes y los servicios crecerían año tras año, con una eficiencia y una fiabilidad que nunca iba a conseguir el capitalismo. Y durante unos años maravillosos, a finales de la década de 1950, parecía posible…en Europa y en España queda por ver si hay una alternativa intelectual poderosa, inspiradora y con capacidad de liderazgo frente al progresismo.
Esta parte es probablemente la más importante, sobre todo para aquellos que ingenuamente no valoran la unidad de criterio y el origen, no casual, de la manipulación sistemática de la realidad que hace la izquierda.
La izquierda periodista recuerda cómo la izquierda ha dominado el debate de ideas en las últimas décadas, sobre todo porque ha ganado la batalla de la imagen y porque ha conseguido imponer el mensaje de que sus ideas son positivas, transformadoras y generadoras de progreso, al tiempo que ha difundido que las ideas de la derecha son reaccionarias y negativas.
Por tanto, se hace necesario desvelar algunas de las inquietantes cavernas del progresismo, entendidas como ideas que nada tienen que ver con el progreso deseable de la humanidad sino con el cuestionamiento de algunos de sus grandes logros en las conquistas de la libertad, la igualdad y la tolerancia.
Hay cuatro cavernas específicas: la terrorista, en la que el progresismo despliega sus simpatías, comprensiones y ejercicios de integración con los terrorismos de extrema izquierda y nacionalistas; la pacifista, frente a lo que la izquierda llama la respuesta militarista de la derecha; la identitaria, que engloba el multiculturalismo y el feminismo, y la radical, que entronca con la impunidad ideológica con la que ha actuado el progresismo.La libertad y responsabilidad personal, el principio de un gobierno limitado y el consiguiente principio de subsidiariedad del Estado respecto de la sociedad, así como a algunos principios económicos negados por el colectivismo izquierdista.
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