viernes, 28 de junio de 2013

La infame traicion a los españoles

No hay un solo político que no haya prometido crear puestos de trabajo y realizar en beneficio de la mayoría el ideal del pleno empleo. Pero ninguno es "capaz" de conseguirlo.De hecho, hay un político que acabó con el paro, y todos conocemos su nombre, aunque esté prohibido hablar de él.Me pregunto si un país con 6 millones de parados y sometido a una política de recortes, desregulaciones laborales y privatizaciones, es decir, un país inmerso en pleno proceso de desmantelamiento del denominado Estado del Bienestar, puede permitirse el lujo de nacionalizar de una tacada a 3 millones de extranjeros.Pues bien, tal derecho "se les regala" a extranjeros en este caso judíos al mismo tiempo que nuestros compatriotas se arrojan por los balcones para suicidarse antes de ser deshauciados de su vivienda. El traidor a la nación Alberto Ruiz-Gallardón, ministro de Justicia del PP, se dirige a sus conciudadanos por supuesto después de las elecciones para prometerles repartir dolor, pero ninguno de los políticos perpetradores de ese reparto resulta afectado por el mismo.No parecen, en efecto, sufrir dolor alguno, al contrario, siguen disfrutando de las más escandalosas prebendas e inmunidades incluso comparados con el resto de sus colegas de la piara parlamentaria occidental! Por si fuera poco, y como para reírse en la cara de todos los idiotas que le rindieran su voto al Partido Popular, mientras los españoles avanzamos hacia una ruina cuidadosamente planificada por la UE de acuerdo con el ideario del economista neoliberal judeoamericano Milton Friedman, el mismo gobierno que argumenta "no tener más remedio" que promover esas criminales políticas antisociales, se muestra harto generoso con personas que no son españoles y que, en consecuencia, a diferencia de los ciudadanos de este "ex país", no tienen ningún derecho adquirido con respecto al Estado español.¿Estamos ante un problema de inepcia o ante una cuestión ética, a saber, que los políticos mienten? Quizá una compleja combinación de ambos ingredientes. En los sistemas capitalistas el pleno empleo resulta, en términos generales, imposible, y si llegara a darse por azar, debido a factores demográficos u otras causas, los propios políticos se encargarían de extirpar ese fenómeno atípico como si de la peste bubónica se tratara. El capitalismo necesita una bolsa permanente de parados que presione a la baja el valor del trabajo en el mercado laboral. Precisamente a finales de los años ochenta del siglo pasado, la caída de las tasas de natalidad amenazaba en España el negocio capitalista con una situación de pleno empleo que "encarecía" una mano de obra crecientemente escasa. Entonces estos "patriotas" españolistas de la derecha católica empezaron a traer inmigrantes. El político demoliberal -todos lo son en el Congreso de los Diputados- sabe que, en el sistema capitalista, esto tiene que ser así. Engañan la derecha y la izquierda parlamentarias por igual a una masa de electores que van a ser los principales perjudicados por la política de empleo sistémica presuntamente salida de las urnas ¿y cómo puede ser eso posible, si esa política atenta contra los intereses de la mayoría?, pero, al mismo tiempo, cabe afirmar que el político "no puede", no "es capaz" realmente de acabar con el paro porque el paro es necesario, irrenunciable incluso, en el marco ideológico y funcional del actual modelo de sociedad. Y, sin embargo, técnicamente podríaacabarse con el paro. La "necesidad" a la que apela Rajoy para justificarse, apuntando con su dedo a la UE, no es una necesidad que esté inscrita en la misma naturaleza de las cosas, sino una "necesidad" que se desprende de la dogmática doctrinaria neoliberal. Con "otro" ideario, dicha necesidad se convetiría en lo que es realmente, a saber, un crimen de traición a la nación.

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