miércoles, 3 de julio de 2013

el fundamentalismo...religion o ideologia..

Religio peperit scelerosa atque impia facta: La religión ha dado origen a hechos impíos y criminales. Tito Lucrecio Caro, 98-55 a.C., De Rerum Natura, I,83.Difícilmente pudo Mahoma pensar en crear un Estado. Ni tan siquiera debió tener conciencia de ello. En consecuencia, no fijó regla alguna de sucesión... esta fe surgió en una región que no contaba con estructuras estatales sino tribales... el debate sobre si el islam es religión o política se ha mantenido durante siglos y es planteado en la actualidad. El objetivo final es la implantación de un estado teocrático donde impere la sharia, tal como ellos la entienden y siempre que sirva a sus intereses. Estos movimientos poco tienen que ver con el islam como religión: son instancias políticas que ambicionan el poder y manipulan el sentimiento religioso en su propio beneficio.Aunque algunas naciones musulmanas se han enriquecido gracias a sus recursos petrolíferos, la mayoría de ellas son pobres y están cada vez más desmoralizadas por su posición en el mundo. Pocas sociedades musulmanas disfrutan de las prerrogativas civiles que se tienen por elementales en Occidente, como la libertad de expresión y el derecho a votar en unas elecciones justas. Y sus índices demográficos se están disparando: en los países musulmanes, cuatro de cada diez personas tienen menos de 15 años. Muchos miembros de estas sociedades recurren a los movimientos políticos islamistas para afirmar su identidad y reclamar el control de sus propias vidas [...] algunas naciones musulmanas, como Irán o Arabia Saudí, basan su sistema de gobierno en la sharia, la ley coránica, que es en sí misma objeto de debate e interpretaciones. Otras, como Malaysia y Jordania, combinan estos principios tradicionales de justicia con otras fórmulas gubernamentales y sociales más modernas y laicas.  Las religiones que empujan a pelear a unos hombres con otros; las religiones que sublevan, que violentan, que dañan, que humillan a los vencidos; las religiones que, para imponerse, emplean recursos desastrosos; las guerras santas, como si alguna lo fuese, en que desembocan los integrismos fuera o dentro de ciertas fronteras; las crueldades cometidas contra mujeres que se realizan a su modo, contra hombres que se apartan de rígidas creencias, contra quienes encontraron otra forma de vida o ejercen su indiscutible libertad de elegir... Todas esas vías no pueden ni ser mandatos de dios alguno ni llevar absolutamente a ningún dios, sino a la ambición torpe, descompuesta y asesina de los peores hombres.    Para los pensadores musulmanes, está claro que se trata de un mensaje divino y no de un sistema de gobierno; una religión y no un Estado. Para numerosos creyentes, la ley islámica forma parte de la religión, tiene una instancia divina. La solución final que se adopte en esta delicada cuestión es decisiva para poder laicizar la sociedad musulmana, presupuesto casi indispensable para que se puedan respetar todos los derechos y libertades de las personas... avanzar en democracia sería la única solución para enfrentarse al radicalismo. Si se crean instituciones realmente democráticas, si hay una lucha contra la crisis económica, el paro y la pobreza, este movimiento se verá periclitado o bien abocado a una dimensión aceptable en la escena política. Quizás se podría decir que la religión se convierte en aquello hacia lo que la conduce la sociedad que la sostiene; que, si la sociedad evoluciona, evoluciona la religión; y que, a partir de los mismos textos, textos que nunca han cambiado, se pueden justificar tanto la tiranía como la democracia.El fundamentalismo islámico es un movimiento socialmente fortaleciente, enormemente simple, poderoso, terrenal, a veces cruel, absorbente, que ofrece un sentido de dirección y orientación a millones de hombres y mujeres, muchos de los cuales llevan vidas de amarga pobreza y que están sujetos a una opresión cruel. Les permite adaptarse a una nueva sociedad de masas identificándose con la vieja y bien establecida "alta cultura" de su propia fe, y explicando su propia privación y humillación como un castigo por haber abandonado el verdadero camino. Históricamente, en el Tercer Mundo, los pueblos de mayoría musulmana, después de una experiencia colonial llena de desastrosas secuelas, expresan el deseo, o la necesidad, de volver a su más culta e inmediata forma de vivir. Estamos en un momento en el que todo el mundo tiene miedo, todo avance conlleva un riesgo. El mundo está inmerso en una suerte de vértigo. El Islam se protege del Cristianismo, el Cristianismo del Islam, las pequeñas civilizaciones tiene miedo de las grandes, todo el mundo trata de proteger su cultura, su lengua, porque todos se sienten amenazados...Muchos países musulmanes se interrogan hoy hacia dónde se dirigen, cuál es nuestro modelo. Algunos han optado por el modelo nacionalista, que ha fracasado. Otros, por el modelo socialista, que también ha fracasado. No hay modelo. Tienen todos los problemas que puede tener el Tercer Mundo: problemas de vivienda, de paro, una juventud perdida a la que no se le ofrece nada, a la que nadie propone nada porque hay una crisis moral en el mundo... Si hay un tema relevante en este fin de milenio, éste es sin duda el religioso. La religión vuelve a estar de actualidad después de dos siglos en los cuales parecíamos asistir a su declive irreversible. Lejos de ser, hoy, un factor cultural en retroceso, se halla en primer plano de los asuntos mundiales. Tanto el fenómeno del integrismo, islámico, judío o cristiano, como el general interés por las religiones orientales dentro del ámbito occidental, o el despertar de las grandes religiones históricas, desde el hinduísmo en todas sus formas hasta el islam en sus variantes sunnitas o chiítas, todo ello es índice de un interés creciente por lo religioso.Con la revolución iraní de 1979 el fundamentalismo consiguió acceder al poder por primera vez. La revolución triunfante contra la opresión del imperialismo y el neocolonialismo activó el sentimiento de guerra santa. A mediados de los 80 representaba una considerable fuerza en muchos países islámicos, sobre todo de Oriente Medio y el Magreb, en la mayoría de los cuales las organizaciones fundamentalistas y sus militantes estaban fuera de la ley; lograron, sin embargo su reconocimiento directo o indirecto. Los gobiernos árabes moderados veían con temor la posibilidad de la radicalización de las masas. Preferían que no cuestionasen el consenso internacional ni la jerarquía social impuesta. La ley coránica se incorporó a algunos países.

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