jueves, 5 de septiembre de 2013

Marruecos ha incrementado su producción de droga



Ceuta y Melilla se han convertido desde entonces en hipermercados del hachís

Las dos ciudades españolas del Norte de África, Ceuta y Melilla, fronterizas con el Reino de Marruecos, se han convertido en grandes hipermercados del trafico de hachís y de blanqueo del dinero. En los tres últimos años el cultivo y la exportación del hachís marroquí se ha duplicado. La incautación de varias toneladas de droga en las últimas semanas y la desarticulación de una importante red de blanqueo de capitales en Melilla han puesto de manifiesto la dimensión de una plaga que sigue creciendo, y que tiene como núcleo principal de producción a la región de El Rif.


Desde la llegada al trono de Mohamed VI la producción de hachís en Marruecos ha crecido espectacularmente. La superficie dedicada a las plantaciones ha superado las 100.000 hectáreas, y la producción rebasa las 2.000 toneladas.
 La desarticulación de un grupo vasco-marroquí dedicado al tráfico de estupefacientes, con la incautación de dos toneladas y media de hachís, y el descubrimiento de una importante red de blanqueo de dinero con la detención del consejero de Economía de Melilla, han puesto de manifiesto el papel de Marruecos como primer suministrador de cannabis a Europa, y la utilización de Ceuta y Melilla como «puertas abiertas» hacia el viejo continente.
El Rif, región tradicional del cultivo de hachís, es una región montañosa muy accidentada, con alturas medias superiores a los 500 metros. Se extiende en una superficie de 20.000 kilómetros cuadrados y comprende las provincias del norte de Marruecos, Tetuán, Alhucemas, Chauen y Nador. Es precisamente esta región la de mayor densidad demográfica, con 130 habitantes por kilómetro cuadrado, de los que el 80 por ciento viven en zonas rurales. En los últimos tres decenios la población ha aumentado un 250 por ciento. La tasa de crecimiento en el Rif es de 3,6 por ciento y la media de progenitura por familia se sitúa en 7 niños.

El Rif y la emigración

En contra de lo que se puede pensar, el Rif, que ha sido una zona históricamente generadora de emigración, es hoy en Marruecos una de las pocas regiones que atrae mano de obra. Una gran cantidad de marroquíes de todo el país se dirigen a la zona norte en el momento de la cosecha de hachís. Las superficies dedicadas al cultivo de la droga aumentan cada año. En 1993, el Ministerio de Agricultura marroquí, bajo la apelación de cultivos industriales, lo estimaba entre 65.000 y 74.000 hectáreas. Dos años más tarde, las cifras barajadas por el gabinete de estudios español INYPSA que realizaba un estudio en la zona norte de Marruecos por cuenta de la UE, daban una superficie de 79.846 hectáreas. En el año 2000, el propio Ministerio de Agricultura marroquí daba ya la cifra de 90.000 hectáreas. Un año más tarde, en 2001, superaban las 100.000 hectáreas dedicadas a este cultivo.

Las cantidades de droga producidas y destinadas esencialmente al mercado exterior variaron también en proporciones similares, aunque las cifras varían según los organismos encargados de su control. Para el Observatorio Geopolítico de Drogas, con sede en París, la producción se sitúa entre 1.000 y 1.500 toneladas. Fuentes españolas la estiman en 1.750 toneladas. Y el Departamento de Estado norteamericano la eleva hasta 2.000 toneladas. De cualquier manera las incautaciones de hachís y derivados, procedentes en un 90% del país magrebí según estimaciones de la Interpol, muestran igualmente un aumento regular. La Organización Mundial de Aduanas y la Organización Internacional de Control de Estupefacientes estiman la parte marroquí en las incautaciones realizadas en Europa entre un 70 y un 80 por ciento. Por ejemplo, en 1999, de las 693 toneladas de hierba incautadas por los servicios antidroga en Europa, el 89 por ciento procedía de Marruecos (600 toneladas). A lo que hay que sumar las incautaciones realizadas en el mismo Marruecos, que en 1999 por ejemplo fueron de 44 toneladas y en 2000 de 102 toneladas. Tan sólo en España, a finales de los 90, las incautaciones pasaron de 297 toneladas en 1997 a 400 en 1999.
La extensión de las zonas de producción de hachís

Durante los tres años de reinado de Mohamed VI, el cultivo de hachís no sólo no se ha reducido ni parado, sino que ha aumentado en cantidad y superficie. Los organismos internacionales encargados del control de drogas han observado que a las «regiones tradicionales» del Rif central, se han añadido paulatinamente otras zonas. En los años 80 la producción se extendió a la provincia de Chauen. En 1999 los cultivos alcanzaron las municipalidades de Mokrisset y Zumi, y mas recientemente se han extendido a las provincias de Tetuán al norte, Larache al oeste y Sidi Kacem al sur. Otras fuentes hablan de la extensión de los cultivos a provincias mas al sur, Taza, El Yadida, Beni Melall e incluso Agadir. A pesar de las declaraciones de Hassan Amrani, Director de la Agencia para el Desarrollo de las Provincias del Norte, nombrado por Hassan II y mantenido en el cargo por Mohamed VI, según las cuales «el cultivo de cannabis cubre una superficie de 65.000 hectáreas estable desde 1994, y es una actividad en vía de desaparición en Marruecos», la producción de hachís desborda ampliamente el Rif tradicional y ello en detrimento de las zonas de cultivo intensas y de los perímetros irrigados en base a los embalses, muchos de ellos cofinanciados por España.

La política preconizada por la Unión Europea y aceptada en un principio por el Reino de Marruecos de reconversión de los cultivos de droga en cultivos agrícolas rentables ha sido un auténtico fracaso. El rendimiento anual por hectárea de la producción de cannabis difiere según las fuentes, pero se sitúa entre 4.500 euros y 18.000 euros, llegando incluso a 30.000 euros en condiciones óptimas. El mas rentable de todos los cultivos alternativos es la higuera, que alcanza un rendimiento de 2.350 euros.


El consumo de cannabis durante la adolescencia y juventud temprana aumenta el riesgo de psicosis



El consumo de cannabis durante la adolescencia y temprana juventud aumenta el riesgo de sufrir crisis psicóticas más tarde, afirma un estudio realizado por la Universidad de Maastricht , Países Bajos y publicado en la edición electrónico del British Medical Journal, que también afirma que los riesgos son mucho mayores en jóvenes genéticamente vulnerables a desarrollar psicosis.

El estudio, presentado en el londinense Science Media Centre, se basó en 2.437 jóvenes de 14 a 24 años con los que se llevó a cabo un seguimiento durante cuatro años. Los investigadores creen que el cannabis perturba el equilibrio en el cerebro de la dopamina, que es clave en los cambios de humor.

Tomando en cuenta factores como el grupo económico y social al que pertenecen los jóvenes, así como el uso de alcohol, tabaco y otras drogas, los investigadores concluyeron que "el uso moderado de cannabis aumenta el riesgo de desarrollar perturbaciones psicóticas". Sin embargo, el efecto es más fuerte en aquellas personas que tienen una predisposición para la psicosis, revela la investigación.

Los científicos establecieron que las conclusiones del estudio no respaldan la teoría de que el vínculo entre cannabis y psicosis se produce porque las personas que tienen una predisposición para esa enfermedad tienen más probabilidades de consumir cannabis. Por el contrario, lo que dejó claro el estudio es que el uso del cannabis incrementa el riesgo de aumentar la psicosis, destacaron los investigadores.

Las conclusiones de la investigación señalan que el riesgo de desarrollar psicosis está en relación con la frecuencia con que es utilizada la droga. Otras investigaciones sobre drogas, incluyendo la cocaína, han sugerido también vínculos entre el consumo de drogas y las enfermedades mentales.

La experta Dinah Morley, de la organización Young Minds Mentes jóvenes, señaló que las conclusiones respaldan el consenso de que una predisposición a la psicosis combinada con el consumo de cannabis durante la juventud aumenta la posibilidad de desarrollar la enfermedad, explicó Morley, que hizo un llamamiento para que las conclusiones del estudio formen parte del dominio público y, sobre todo, que sean conocida por educadores en las escuelas.

En Reino Unido, el cannabis pasó en enero de ser una droga clasificada como B, a C, lo que quiere decir que las personas que son descubiertas con cannabis no son arrestadas. Otra encantadora teoría de los progres de turno desmontada por la ciencia, pero claro esto no se vera en la prensa diaria

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