miércoles, 11 de septiembre de 2013

Narcoterrorismo Etarra

Roto el mito de que la banda combatía el narcotráfico
Una de las banderas que con más fuerza ha enarbolado ETA a lo largo de su siniestra historia es la de ser la organización que combatía, sin piedad, el narcotráfico. Los pistoleros se han presentado a sí mismos como una especie de paladines que luchaban sin cuartel para impedir que la juventud cayera en manos de camellos que, inducidos por las Fuerzas de Seguridad, pretendían inundar de droga el País Vasco.
Con el conocido sistema de juzgar, sentenciar y ejecutar en un solo acto, tan propio de los terroristas, los etarras han asesinado a numerosas personas a las que acusaban de ser narcotraficantes. Daba igual que lo fueran o no. Bastaba que alguno de los numerosos chivatos que tiene la banda pasara la información de que una persona estaba relacionada con el mundo de la droga, para que fuera incluida en la lista de objetivos de los comandos.

ETA ha aparentado ser una organización pura, absolutamente ajena al narcotráfico y dispuesta a erradicar esta lacra del País Vasco. Los hechos, sin embargo, según subrayan fuentes antiterroristas , han venido a confirmar lo que ya se sabía. Que es una organización mafiosa porque ¿hay algo más mafioso que cobrar a una persona dinero para no matarla, para protegerla de la amenaza que genera el supuesto protector ?. 

Y las organizaciones mafiosas terminan relacionándose con otras similares para los fines que les son comunes: la extensión del crimen. A los terroristas españoles no parece preocuparles que con la droga que debían entregar a la Camorra, a cambio de armas y explosivos, se corrompiera a la juventud, incluida la vasca.
El hecho, adelantado el pasado año se confirma ahora con la identificación de los narcoterroristas que se encargaban de vender cocaína, y también hachís, a los mafiosos de la Camorra napolitana. Tal y como se pensaba, el mafioso dijo la verdad a los jueces italianos y eran dos miembros de ETA, Gracia Morcillo y José Miguel Arrieta, quienes llevaban el peso de las negociaciones con el llamado clan de los Genovese. Arrieta, que huyó a México, está entre rejas por asesinato, pero su compañera, a quien se encuadra en el «aparato logístico» de la mafia etarra, está en paradero desconocido y ha logrado hasta el momento eludir una persecución policial que, en todo el mundo, tendrá ahora un nuevo cargo contra ella que sumar al de su pertenencia a un grupo terrorista: el de narcotráfico.
La investigación hispanoitaliana ha documentado lo que era más que una sospecha entre los expertos antiterroristas españoles y que pone al descubierto otra de la capas de la mafia etarra. No importa cuáles fueron los comienzos de ETA, ni lo que de aquellos días queda hoy en la mente de sus cabecillas. Cuando una mafia se consolida, y ETA también es una mafia, no tarda en desarrollar las habilidades y las prácticas que identifican a todos estos grupos de asesinos en cualquier lugar del mundo: el tráfico de armas; el pago de protección o la extorsión a cambio de no atacar a sus víctimas; los secuestros; el narcotráfico o, entre otros rasgos identificativos, el establecimiento de empresas tapadera, dentro y fuera de su país de origen, para blanquear el dinero sucio obtenido por métodos criminales.

A la vista de las relaciones amistosas entre el clan de los Genovese y los narcoterroristas etarras, se rompe otro de los mitos que la banda ha intentando crear en el País Vasco. Así, las ejecuciones de «camellos» se revelan ahora como un método para controlar el mercado de la droga y obtener suculentos beneficios. A ETA no le sobraban los pequeños traficantes porque hiciesen daño a la juventud vasca; a ETA le sobraba la competencia y se la quitó de encima como sólo sabe a hacer: a tiros en la nuca y a bocajarro.
La pista de la cocaína no se agota con la identificación de dos de los etarras encargados del negocio de los estupefacientes. Se trata ahora de averiguar los canales de distribución y, ante todo, determinar quién o quienes suministraban la cocaína y el hachís a los etarras. No hay que olvidar que ETA ha mantenido durante años redes de apoyo en Iberoamérica y que, entre otros lugares, dispone en Cuba de una envidiable base logística gracias a la protección del régimen comunista de Castro.
Los etarras José Miguel Arrieta Llopis, alias Kócteles, y Gracia Morcillo Torres, han sido reconocidos fotográficamente como los enlaces de la banda terrorista con el clan mafioso de los Genovese de la Camorra napolitana. El reconocimiento, en presencia de representantes de la Justicia italiana y de la Fiscalía de la Audiencia Nacional, fue efectuado por el arrepentido de la mafia Raffaele Spinello, el pasado 27 de marzo, en las dependencias de la División Nacional Antimafia, en Roma. Spinello señaló que la banda criminal española pretendía comprar armas a la organización delictiva italiana y que el pago se debería realizar con drogas.

El citado reconocimiento fotográfico, que, según fuentes antiterroristas, marca un hito en la investigación de la relación de ETA con la Mafia, es consecuencia de las pesquisas que la Fiscalía de la Audiencia Nacional inició tras tener conocimiento de la declaración que realizó Raffaele Spinello en dependencias de la Dirección de distrito Antimafia de Nápoles.
En aquella declaración, el arrepentido señaló que miembros de ETA se habían puesto en contacto con el Clan Genovese con el fin de comprar armas, en concreto lanzamisiles y explosivos.
Para el pago de esas armas, el clan mafioso exigía la entrega de cocaína y hachís, ya que disponía de heroína, procedente de Turquía, Pakistán y Uzbekistán.

En función de la calidad de la droga que entregaran los etarras se fijaría el precio de las armas.
Una vez que la Fiscalía de la Audiencia Nacional recibió la traducción autentificada de las manifestaciones de Spinello, abrió diligencias y solicitó la cooperación de agentes especializados de la Guardia Civil.


El pasado 27 de marzo, un representante de dicha Fiscalía, a quien acompañaban dos oficiales del Servicio Central de Información de la Benemérita, se desplazaron a Roma en comisión rogatoria para ampliar la declaración de Spinello.
La Fiscalía pretendía, ante todo, que el arrepentido identificase fotográficamente a los miembros de ETA que actuaban como enlaces con el clan mafioso y que había citado en su anterior declaración. Para ello, llevaban las fotografías de numerosos miembros de la banda.
En la declaración de Raffaele Spinello, que se realizó a partir de las 11,30 de la mañana, estaban presentes, además del representante de la Fiscalía de la Audiencia Nacional y los dos oficiales de la Guardia Civil, un juez y un fiscal italianos así como el abogado defensor del arrepentido, Sergio Luceri, del Foro di Lecce. Spinello reconoció, sin ningún género de duda, a José Miguel Arrieta Llopis y a Gracia Morcillo Torres como los enlaces de ETA con la Mafia. Además, ofreció más datos que los que dio en su primera declaración sobre unas negociaciones de diez días de duración, que tuvieron lugar en un hotel de Milán con miembros del Clan Genovese. Durante estas reuniones, los etarras, que eran conocidos por los mafiosos como la llave española, negociaron la adquisición de armas de gran calibre, como lanzamisiles y explosivos ya que los fusiles de asalto no les hacían falta.

Ante estos reconocimientos, la Fiscalía de la Audiencia Nacional tiene previsto presentar, en las próximas semanas, una denuncia contra Arrieta y Morcillo por los delitos de pertenencia a banda armada y depósito de armas para organización terrorista. También estudia la posibilidad de incluir en dicha denuncia el delito de tráfico de estupefacientes.

José Miguel Arrieta Llopis, alias Kueta, Kócteles y Sagu, nació en San Sebastián el 10 de septiembre de 1960. En su día se benefició de la Ley de Amnistía de 1977.
En 1981, cuando era conducido por la Policía tras ser detenido, saltó del vehículo y se arrojó por un terraplén. Aunque se escondía habitualmente en México, fuentes antiterroristas le relacionaban con el aparato de logística de la banda, para lo que realizaba algunos viajes, con documentación falsa, a Europa. Fue entregado por las autoridades aztecas el 17 de enero de 2000 y fue condenado por la Audiencia Nacional por asesinato. En la actualidad se encuentra, en primer grado, en el centro penitenciario de Jaén.

Gracia Morcillo Torres, nacida el 15 de marzo de 1967 en San Sebastián, huyó a Francia en marzo de 1996, tras la detención del pistolero Valentín Lasarte Oliden. Las Fuerzas de Seguridad le vinculan a EKIN y creen que en la actualidad pertenece al aparato de logística. Está incluida en la lista de terroristas más buscados aprobada por la UE en 2001.
Fuentes jurídicas han subrayado la importancia que en esta investigación, desde el punto de vista de la agilización de los trámites, ha tenido Eurojust, organización europea de cooperación judicial, que fue impulsada por el entonces ministro de Justicia Ángel Acebes, hoy titular de Interior, y por Ignacio Astarloa, actual secretario de Estado para la Seguridad.

La investigación de la Fiscalía de la Audiencia Nacional se inició en el segundo semestre de 2002 después de que la Dirección Nacional Antimafia de Italia pusiese en conocimiento de la Justicia española las confesiones del arrepentido de la Camorra.

En su primera declaración éste aseguró que dos chicas jóvenes, correos españoles, mandan la cocaína todas las semanas a los grupos criminales italianos; después llega una persona, una mujer, que representa al grupo, que recoge el dinero de las distintas familias y toma nota de más encargos. Estas personas -añadió- vendían la droga y tenían necesidad de armas (...) porque preferían, bajando el precio de la droga, armas en vez de dinero. ¡Pero armas grandes! No les servían los kalashnikov, sino los lanzamisiles, las bombas....

Respecto a la mujer que contactaba con el Clan tras realizarse las entregas, que ahora ha identificado como Gracia Morcillo, Spinello recordó que la conoció en una reunión que tuvo lugar a principios de 1999 en un restaurante de Milán. Allí estuvieron presentes el dirigente del Clan Genovese Felice Bonetti, un tal Carmine Taccone, la mujer y sus guardaespaldas. Podría reconocerla si la viera, dijo entonces. Estuvo invitada por Bonetti en Montemarano, durante siete, ocho o diez días. Según él, se hacía llamar María o Lucía, y puso de manifiesto que era una mujer muy bella, bien vestida y de modos refinados. En el interrogatorio, la Fiscalía le preguntó de nuevo si había estado en alguna negociación importante respecto a grandes cantidades de armas, y el arrepentido señaló que con los españoles, con la señora española. El ex mafioso mantuvo que los etarras sólo venden cocaína y hachís; la heroína llega de Turquía, de Pakistán y de Uzbequistán; de esta parte pueden suministrar la heroína y las armas, mientras que de esta otra, los de la ETA, la cocaína y el hachís.
También dio detalles de la entrega de droga que realizaron los correos españoles y que motivó la reunión en Milán. Felice Bonetti me dijo: me tienen que llegar ocho kilos de cocaína de España. Él la llamaba “ala de mosca” a la cocaína que tenía que llegar de España. Tenía que ir a Milán a una cita en la zona militar, y dicha zona está cerca de Taccone. Tenía una cita en un hotel, en la provincia de Milán.... Llegaron dos correos españoles que tenían la droga...; se trataba de dieciséis paquetes de medio kilo cada uno. Respecto a esta entrega, Spinello subrayó que Taccone llamó a Amedeo Genovese diciéndole que la cocaína no era buena, que no era apta para su mercado, y que traería problemas. Por otra parte, aseguró que Bonetti le propuso ir a España a formar parte de esta organización durante ocho o nueve meses; me traería a Italia cuatro o cinco mil millones de liras, pero debería cometer actos terroristas

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