jueves, 28 de junio de 2012

mistica irracional socialista..



Creo haber encontrado la respuesta en la mística irracional, en esa suerte de pseudoreligión sectaria que impregna a todo el socialismo en general y al socialismo español en particular.

cómo ha aplicado Zapatero, hábilmente , ese misticismo socialista que impregna y envenena a gran parte de la sociedad española.Cómo ha sido posible que España haya permitido, favorecido e incluso deseado, que un lelo mediocre dirigiese nuestros destinos durante la friolera de 8 penosos y tortuosos años?
¿Cómo es posible que gente presuntamente inteligente, formada y docta, siga viendo posibilidades de vida futura de la mano del socialismo español y de Rubalcaba, su actual candidato

Los místicos: son personas seductoras y dramáticas, con grandes habilidades para convencer a los demás de que es posible alcanzar el éxtasis (el nirvana, la unión con el universo absoluto...) a través de un viaje iniciático que por fuerza habrá de culminar en un objetivo último y final: la felicidad a través de la comunión espiritual con el TODO.

Saben seducir mostrando grandes dosis de optimismo, pero al tiempo escenifican dramáticamente (tensionando) la necesidad de recorrer un camino duro, lleno de pruebas, y que se sucederá por etapasZapatero, el místico: un optimista antropológico en el parecer de muchos. Un canalla embaucador y miserable en mi humilde opinión.

El gurú Zapatero prometió un viaje iniciático a las irracionales masas: un largo recorrido que habría de llevar a España al pleno empleo y a jugar por derecho propio en la championli

Así pudo seducir a un pueblo más propenso a hacer una sesión de espiritismo que a acudir a misa; a individuos-masa que no creían en la Santísima Trinidad, pero que no tenían empacho alguno en ponerse en manos de tarotistas y otros timadores profesionales de lo sobrenatural; amantes del yoga y detractores de los crucifijos en las escuelas.

El campo estaba abonado, máxime después de que Alá dejara bien clarito con sus bombas que los eternos malosos eran los bigotudos de siempre, herederos de franquistas y falangistas. He ahí el eterno tantra del místico progre, que repite cansinamente cual si de un cristiano Rosario se tratara.
Y el gurú Zapatero subió a la cima de la montaña, y desde allí proclamó las bondades de su proyecto socialista que haría que "a España no la reconociera ni la madre que la parió".

Y desde allí, rodeado de lo que muchos creyeron un aura mística de puro buenismo y loables intenciones, pontificó y animó para que el pueblo español subiera por aquel camino tortuoso y sacrificado¡No desesperéis!, gritaba desde su cómoda y privilegiada posición, pues en la siguiente etapa está la salvación. ¿Acaso no véis esos brotes verdes que ya asoman por el horizonte?

Y los años pasaron y el tiempo corrió, y sus pacientes fieles siempre esperando ver algún brote verde que fuese real y no producto de la ensoñación del gurú. Estaba claro que el gurú no podía mentir, era un hombre santo bueno y creía ciegamente en su promesa de felicidad. Y, lo más importante, ¡no tenía bigotesFinalmente gran parte del pueblo entendió el engaño, pero apenas estaba digiriendo el timo del que había sido víctima cuando, de repente, un nuevo gurú apareció por el horizonte:

¡Creedme, yo tengo la fórmula y sé cómo sacar a España de la crisis!
El gurú Zapatero ha muerto ¡viva el nuevo gurú Rubalcaba!
¿Quién nos dice, se preguntaron las masas de nuevo, que en esta ocasión no sea cierto que alcanzaremos el tan ansiado y prometido nirvana?

Conocidas son, o deberían serlo, las coincidencias que Bertrand Russell encontró entre el marxismo y el cristianismoGrandes son las coincidencias, sí, pero el socialismo, más ateo o gnóstico que creyente, no pudo por menos que construir una mística proletaria ad hoc, es decir, a la medida de sus propias necesidades y fines revolucionarios.

Así, el socialismo creó toda una doctrina mística, seductora y atractiva a los ojos de las masas más irracionales, capaz de hacer creer a la plebe en la promesa irracional de una utopía inalcanzable.
De hecho, el socialismo español nos ha proporcionado (junto con las bombas de Alá) a todo un gran gurú, un perfecto místico y un optimista antropológico, que ha sabido cómo seducir a millones de apañoles.

¿Cómo ha sido posible tan cegadora seducción?
Ha sido posible porque en España se han dado dos condicionantes históricos que han favorecido la proliferación de hombres-masa:

Primero:el español siempre se ha negado a ser quien realmente es y, ya fuere por influencia del sempiterno particularismo que infecta las Españas o por la candidez de creer en envidiosas leyendas negras
De ahí el triunfo del espíritu revolucionario marxista, un espíritu que más allá de pretender mejorar la sociedad (intención sin duda loable) hizo creer al pueblo llano y más iletrado que podría ser otra cosa distinta de lo que, por imperativo histórico, era realmente.

Si el antiguo principio de Píndaro, recogido por Ortega, nos insta a "ser quienes realmente somos", el espíritu marxista nos insta a ser algo diferente y alieno a nuestra propia esencia o espíritu de pueblo.

Segundo: el pueblo español siempre ha sido apasionadamente católico, pero al estilo de Sta Teresa o de San Juan de la Cruz, grandes místicos. El español siempre se ha codeado con Dios de tú a tú, encontrándoselo entre pucheros (chanza orteguiana) y sintiéndolo como algo muy próximo y mundano.

Efectivamente, el español medio no ha sabido comprender el carácter intramundano de Dios, ni su importancia como ente absoluto que diera respuestas a las preguntas del SER, lo cual ha favorecido la perversión de la religión, de carácter más teológico y universal, hasta hacerla devenir mística unipersonal.Y así, de estos dos graves pecados tan españoles, como son el no reconocimiento de lo que se es y el excesivo carácter, digamos ultracatólico del español medio, se ha servido el socialismo y su gran profeta Zapatero, gurú a la postre, para embaucar con falsas promesas a un pueblo desesperado

En el siguiente post expondré cuáles son las falsas promesas del gurú y cómo éstas coinciden plenamente con la puesta en escena, parafernalia "escenográfica", de todo místico que se precie.
Salduos y ¡Arriba España ¡¡

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