martes, 15 de mayo de 2012

la confesion del sospechoso..


La confesión del sospechoso y el trabajo policial

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Dos hermanos de corta edad desaparecen en un parque de Córdoba sin dejar rastro estando al cuidado del padre. La madre, que está en trámites de separación, pone una denuncia contra el padre. Este colabora en todo momento con las autoridades, pero se muestra poco afectado. Parece raro. La Policía dice que los críos probablemente estén ya muertos. Mucha presión.Se trata más bien de dar una opinión basada en impresiones o intuiciones. Además, cuando no se tiene acceso directo a las fuentes, tan solo se puede opinar por lo que se ve o publica en los medios de comunicación. Ya hemos visto en muchas ocasiones que algunos medios o periodistas tienen en listón muy bajo en lo que a rigor profesional se refiere.

El trabajo de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad no es fácil. Y más complicado en casos con una enorme presión mediática. En algunos foros y determinados medios se oyen voces exigiendo que la Policía haga “lo que tenga que hacer” para descubrir la verdad. Afirman que hay métodos para hacer hablar a los detenidos, que somos demasiado garantistas, que sin tantos mimos este caso o el de Marta del Castillo ya estarían resueltos.

Pues bien, seguro que hay métodos para hacer que la gente hable y confiese. Podríamos llevar el sospechoso junto a expertos policiales en Siria o quizá llamaríamos a las puertas de algún centro de los servicios de Inteligencia en Irán. Tampoco sería mala opción dar un paseo con el detenido por Chechenia. Seguro que después de un tratamiento de “ablandamiento” en estos lugares conseguiríamos una confesión. El problema estriba en que, además de reconocer ser el culpable de los hechos que nos interesaban, una vez lanzado a confesar y con tal de agradarnos, el sospechoso manifestaría que mató a Kennedy, que conspiró para poner las bombas del 11-M en Madrid y, con algo de fortuna, se autoinculparía como autor intelectual de la crisis financiera mundial. ¿Qué hacemos entonces?, ¿aceptamos todas sus confesiones?, ¿solo la que nos interesa?.

Llegados a cierto punto de presión física, algunos lo llaman tortura, cualquiera confiesa con tal de que dejen de pegarle, perdón presionarle. Así no tiene mérito sacar una confesión. Además, está el pequeño problema de que esa confesión está viciada en origen. Confiesan los culpables, pero también los inocentes. Así confiesa todo hijo de vecino.
No está de más recordar un caso histórico “El Crimen de Cuenca”, ocurrido a principios del siglo XX, por el que dos sospechosos se reconocieron culpables de la muerte de un hombre que había desaparecido. Nunca se encontró el cadáver. Los dos condenados pasaron varios años en la cárcel, pero transcurrido cierto tiempo apareció vivo el presunto muerto. El escándalo fue mayúsculo. ¿Porqué confesaron ser autores de una muerte inexistente?. Eran los sospechosos principales y la Guardia Civil los “ablandó” tanto que confesarían lo que fuera.
Vivimos afortunadamente en una sociedad que es un Estado de Derecho. Los ciudadanos tenemos una serie de derechos y libertades que han costado mucho conseguirlas. El actual sistema procesal penal español garantiza el derecho del detenido a no confesarse culpable y a no declarar, si no desea hacerlo. Incluso tiene derecho a mentir. ¿Debemos cambiar las leyes?, ¿es excesivamente garantista nuestro sistema?. Eso forma parte de otro debate. Puede que tengamos como sociedad, todavía, demasiado complejo de democracia joven y necesitemos reafirmar y superasegurar los derechos. Quizás. Pero lo que no se puede es exigir a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad que consigan resultados, que hagan confesar a un sospechoso, asegurándoles a los policías que luego nadie preguntará como lo consiguieron. ¿Es eso justo?, ¿deben infringir las leyes que han jurado o prometido defender?, ¿deber cometen ilegalidades para hacer eficazmente su trabajo?. ¿Y si no todo el mundo opina así?, ¿y si son denunciados?, ¿y si el juez que les toma declaración a los policías por presuntas torturas o detenciones ilegales no está de acuerdo con esa actuación?, ¿y si los policías metieron la pata y el sospechoso que torturaron era inocente?

El mundo es un lugar complejo, lleno de normas, variables y factores que influyen en las investigaciones. Mi opinión es que los policías no deben de tomar atajos, deben de jugar con las reglas existentes, respetar los derechos de los sospechosos, detenidos e imputados. Deben de resistir la, a veces enorme, presión social y realizar su trabajo de acuerdo a las leyes. Eso sí, tendrán que trabajar duro, emplear muchos recursos, imaginación y bastante habilidad. Pero no tomar atajos. Es inmoral para muchos, la ley lo prohíbe y esa sociedad, que crees que estará agradecida, puede que tenga la memoria frágil o quizá cambie de opinión. Si hay que rebajar algunos derechos que se cambien las leyes. Mientras tanto a trabajar con lo que hay.

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