jueves, 16 de agosto de 2012

el Honor es mi Divisa..

 Marco Tulio Cicerón solía decir que "no debe temerse a la Justicia sino a los jueces"; por eso y ante determinadas decisiones de jueces y magistrados siempre mantengo los labios apretados para contener una mueca de desprecio.  En España, hoy los únicos que no temen ni a la Justicia ni a los jueces son los etarras. Los demás, todos los demás, podemos ser víctimas de la secular vanidad de sus señorías y de sus áridos oídos. La sentencia del Tribunal Supremo que incrementa sensiblemente la condena del general Enrique Rodríguez Galindo y conlleva su expulsión del Ejército produce un sonido discordante, como cuando una guitarra cae al suelo, en un pueblo lacerado de cicatrices, físicas y mentales, por el terrorismo de ETA y que, mal que les pese a algunos jueces, a unos cuantos políticos y a muchísimos       periodistas, sabe que el general Galindo no ha hecho más que levantar su escudo y desenvainar su espada para protegernos a todos de las hachas y de las serpientes de ETA.Marco Tulio Cicerón decía que "no debemos temer a la Justicia, sino a los jueces", y añadía que "no se puede juzgar con las leyes de la República Ideal de Platón a los hombres que tienen que revolcarse a diario en el fango de la guerra para defender la libertad del Senado y del Pueblo de Roma". Sócrates nos muestra cómo la libertad, que es el más preciado tesoro de los hombres, debe estar subordinada a la fuerza para protegerla.    La Historia y la Filosofía nos enseñan que ante el terrorismo de unos pocos el Estado debe ejercer el contraterrorismo que, aun siendo muy duro, se hace necesario.De Heráclito aprendemos que en la vida y en el mundo todo presupone su contrario: así la alternancia de lo opuesto y la equivalencia de cada cosa son su contraria nos dan la medida de la acción y de la reacción, y de la respuesta con la que debemos contestar a cada desafío, circunstancia y eventualidad. Existe la medicina porque existe la enfermedad, y existe la cirugía porque existe el fracaso de la medicina paliativa. Existe el letal veneno de las serpientes y existe la ciencia que lo transforma en fármacos y anestésicos.   Existe la riada y existe la presa que la contiene y la utiliza para salvar a la tierra de la sequía y para aliviar la sed de los hombres. Existe el contraterrorismo de Estado porque existe el terrorismo que quiere destruir al Estado… destruirnos a todos nosotros.No nos engañemos y no seamos hipócritas, a los terroristas no se les combate con las leyes de la República Ideal de Platón, ni con homilías sobre la Declaración Universal de los Derechos Humanos, ni con éxtasis místicos sobre el Estado de Derecho. Contra el terrorismo sólo cabe luchar como el general Galindo ha demostrado sobradamente que sabe hacerlo. Muchos de los que hoy le condenan y le vilipendian le deben, sin duda, la vida. Ellos no lo saben, pero ETA sí.   este hombre que hace leyenda con la divisa de la GUARDIA CIVIL..."el honor es mi divisa"Querían su cabeza porque se ha convertido en una leyenda militar incubada en la lucha contraterrorista y porque saben que él lo conoce todo, absolutamente todo, sobre las complicidades paternofiliales entre los calígulas de ETA, sus mamporreros de Batasuna y sus marionetas del PNV que no son otra cosa que un forúnculo, una pútrida llaga infectada en el maltrecho pellejo de España. Viéndolos reptar, conspirar en los arrabales de la política y de los Medios de Comunicación y pactar a la sombra del Poder recuerdo siempre las palabras de Octavio Augusto: "Aquellos que se envuelven en el manto de la Justicia son, en su mayoría, los más grandes canallas".  
Le condenaron sin pruebas gracias a la fuerza enorme que entraña la propaganda hostil de tantos medios de comunicación, de tantos periodistas y de tantos políticos. Le denegaron el indulto que el pueblo español pidió para él, porque el pueblo español sabe que este soldado ha estado tres lustros combatiendo a los hijos del caos y del terror y venciendo a la muerte, a la ira y al pánico, en los años en los que el terrorismo de ETA era un bosque impenetrable, oscuro y sin senderos. En los años en los que allá arriba los días eran un rosario de amargura y las noches un vía de inquietud porque la muerte espigaba en cada minuto y acechaba afilada, silente y certera en cada esquinaETA no conoce la piedad, ni la clemencia ni la justicia: es la muerte, y sólo logran escapar de sus garras quienes se enfrentan a ella o los que confraternizan con ella convirtiéndose, a su vez, en cómplices morales y políticos de los asesinos. Por eso, por todo eso, bienaventurados sean los que, como el general Galindo y sus hombres, empuñan la espada para enfrentarse al poder de las bestias.
 
El valor rezuma por cada uno de los poros del General GALINDO, hombre de honor donde los haya, y las cicatrices delatan la crueldad de las heridas de sus guardias civiles. pero algo tengo que decir por ultimo, la grandeza, la grandeza mi general, siempre va emparejada con la soledad y como usted dijo en cierta ocasion, unas palabras que algunos nunca olvidaremos cuando lo condenaron a prision y perdio sus medallas..." esto es un servicio mas por ESPAÑA"...que orgullosos nos sentimos de usted...mi general

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