martes, 11 de septiembre de 2012

ellos hablan..el ejercito..

  



Un coronel de La Legión suscribe las palabras de Alamán contra la independencia de Cataluña: “Se atreve a decir lo que la mayoria de españoles de bien pensamos”

..Las adhesiones al coronel Francisco Alamán Castro se suceden en las últimas horas. El coronel de La Legión Mariano Cañas, catalán de origen, ha enviado una nota a la sección de comentarios de las noticias de Alerta Digital, en la que dice: “Como compañero del coronel Alamán, que se atreve a decir lo que la mayoria de españoles de bien pensamos, digo también que una Cataluña independiente ha de pasar por encima de mi cadaver. ¿Desde cuándo Cataluña fue independiente? Nunca hubo Reino, a lo más que llegó fue a Condado. Lo primero que debían conocer es un poco de historia. Pero eso sería mucho pedir a estos incultos que nos gobiernan”.Recientemente, AD publicó una carta del coronel Cañas dirigida al ministro de Defensa, Pedro Morenés, en la que entre otras cosas decía: ”Tenga usted en cuenta que militares, guardias civiles y policías hicieron un juramento de defender España y a lo mejor acaban cansándose de ser los tontos de la película y a lo peor, si se les necesita, no acatarán ni lo que usted decrete ni lo que les manden sus jefes superiores. Porque la lealtad a la Patria es infinitivamente más importante que ser lacayo de un partido y estos están destrozando la nuestra, que es nada más y nada menos que España”.
 
Los militares aseguran que no permitirán el troceamiento de España ni que se juegue con ella

Nuestra Constitución, en su Artículo 8.1 dice; “Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional”.

En al actual situación política de nuestro país, vemos a diario el arbitrismo y la discrecionalidad en cualquier orden de la vida, tanto social, como institucional. Ya sea en el poder judicial, en el de las grandes empresas privadas, en el financiero, como en la noble institución del los distintos Ejércitos españoles.
 
A raíz de las declaraciones del coronel Alamán en Alerta Digital, muchos militares se han unido a sus meridianas manifestaciones en cuanto al deber y misión del Ejército, que consagra la Constitución de 1978 en su artículo octavo, arriba transcrito.
                                          
Es grande el malestar en la Institución, dado que como en los demás órdenes de la vida, ésta se ha visto sometida a los caprichos e intereses de una casta política que degrada o asciende en función de simpatías o de silencios cómplices.

A los mandos de nuestro Ejército se le ha privado de la palabra, de los medios para desarrollar sus funciones de manera eficaz, así como se le ha alejado de las regiones en las que al parecer molesta a los políticos separatistas y nacionalistas.
 
Nuestro militares se encuentran en el más absolutos de los ostracismos, relegados a una mera función de Organización Humanitaria, más que a las propias de un ejército profesional. Y cuando nuestros soldados realizan funciones propias de su destino,éstas se callan y ocultan, o se hacen aparecer como ayudas humanitarias, no como acciones de guerra, como en Afganistán, cuando no, se sancionan y penalizan.

La penetración política en todas las instituciones del Estado llega ser insoportable, condicionando su libertad de acción y su mandato constitucional so pretexto de “el que se mueva, no sale en la foto”, frase pronunciada por Alfonso Guerra, que ha calado en la clase política sea del signo que sea, y que es puesta en práctica a diario.
 
Así, esta digna Institución ha de permanecer callada ante insultos a la Bandera de los españoles, a los pitidos a nuestro Himno Nacional, o a las quemas indiscriminadas de todo lo que suponga la identidad nacional en aquellos territorios españoles que dicen o desean no serlo.

La dejación de funciones de la clase dirigente nos ha traído, a día de hoy, a un manifestación independentista en Cataluña, a que se hayan crecido los políticas que pregonan del odio y el desprecio por todo los Español, sin que se deje actuar a los que “tienen como misión garantizar la soberanía” , que no es otro que Ejército.
 
Para los hombres honrados y fieles a una vocación, a un juramento y a un destino superior, como son nuestros militares, no se les puede estar tocando las narices de continuo y haciéndoles chantaje con ascensos y destinos de conveniencia. Las cosas tienen sus límites y las personas su honra y su dignidad, máxime en la Institución Militar.

Actuar sin hacer cumplir los destinos a los que hemos sido llamados y por los cuales hemos jurado dar nuestras vida, es traicionarnos en lo más íntimo de nuestro ser y existir. La Constitución lo dice claro, meridianamente claro, y los gobernantes no pueden obviar esta realidad. Nos consuela saber que los militares aseguren no estar dispuestos al troceamiento de España ni a que se juegue más con ella.
El ‘efecto Alamán’ saca a los oficiales del letargo: En los cuarteles se pide maniobras militares en Cataluña
 
Militares españoles fueron sancionados por la ex ministra Carmen Chacón por instalar una gran bandera española durante unas maniobras en Álava.

Crece el respaldo en los cuarteles al coronel Alamán, que se ha convertido en la referencia de la defensa del orden constitucional y del patriotismo. La oficialidad joven está despertando de años de letargo, en los que la cúpula militar ha destacado por el estricto oportunismo y ha callado frente al desmantelamiento del Ejército.
 
Las declaraciones del coronel Alamán son seguidas y comentadas con entusiasmo, también con responsabilidad, porque los militares han jurado defender la unidad de la Patria con sus vidas y asisten a la cesión continua de un Gobierno tildado de cobarde y, con frecuencia, de traidor.

En los cuarteles se pide hacer maniobras en Cataluña. Ya está bien –se comenta- de que se haya sacado al Ejército de zonas de España como si fueran apestado, como si su presencia significara una provocación o como si se pretendiera que funcionaran como si ya no fueran España.
    
Cuando la Brigada Paracaidista hizo maniobras en Getxo y sus hombres bajaron del cielo a la playa con la bandera de España, una multitud salió a recibirles con entusiasmados aplausos. Los políticos prohibieron que volvieran a hacerlo. Nuestros soldados quieren hacer maniobras en Cataluña porque es España.
Jesús Flores Thies, coronel: “¿Por qué calla el mando militar?”

Jesús Flores Thies.- Los voceros del ministro Morenés dicen que no se puede actuar contra el coronel Alaman porque ya no está vinculado al Ejército. En primer lugar ¿qué razón habría para tener que actuar en contra? ¿Por qué no lo dicen? Y por otro, craso error al decir que el coronel Alamán ya no está vinculado al Ejército, porque el coronel sí está vinculado al Ejército del que forma parte en calidad de retirado (RR.OO dixit), pero sigue siendo militar, no es un “ex” como a veces se escribe. Lo que pasa es que el “Código de Justicia Militar” ya no le afecta, sólo el Civil, que es distinto. Pero el coronel sigue siendo militar. Lo hemos dicho muchas veces: los veteranos hemos sido militares en activo, después lo seguimos siendo como retirados y cuando pase el tiempo “reglamentario” seremos militares muertos, pero siempre militares.

A ver si se entera Morenés.

Por otra parte, además de mantener esa pregunta: ¿por qué tendría que actuar el Ejército contra el coronel Alamán? También nos preguntamos la razón de que el Mando Militar en el Ejército guarde un silencio (¿de los corderos?) sepulcral en esta especie de polémica sobre artículos 8º y 14º, ya se sabe el “catorceavo”, como aquel Ministro de presunta Cultura.

No pasará nada, dejarán que las aguas se tranquilicen, mirarán para otro lado y esperarán que el esfuerzo de un militar y su circunstancial repercusión “mediática” sea un capítulo más en el sainete en el que se ha convertido la política española, en este caso, sección Ejército.
El ex comandante militar de La Coruña y Lugo: “Humillaciones y vejaciones a nuestros muertos, ¡no toleraremos ni una más!”

Lorenzo Fernández-Navarro de los Paños/Coronel.- Cuando nosotros éramos militares -y no funcionarios- no había “absentismo laboral”. Íbamos al destino, por propio honor y espíritu incluso cuando teníamos fiebre. Salíamos de guardia de 24 horas ¡de verdad, sin “cabezadas” o “piltras”! (como los médicos o los bomberos) y al salir de la guardia, tras la parada, nos incorporábamos a nuestro destino… y por supuesto sin el “24 horas de servicio, dos días libres” y ni mucho menos compensación económica. El final de la jornada laboral era cuando lo decía el jefe, nadie estaba mirando el reloj y muchas veces, cuando lo requería el destino -o con jefes sin vida familiar gratificante- la jornada se prolongaba “sin contar las horas ni los meses ni los años” en plan Credo legionario.

Teníamos un mes de vacaciones, cuando los funcionarios tenían las bagatelas que luego nos dieron por asimilarnos con ellos y que ahora van a quitar.

En definitiva, que tras el tan cacareado empeño de que dejáramos de ser “militars” pues éramos tan sólo unos funcionarios más del Ministerio de Defensa…. ahora quieren que seamos de nuevo los militares de verdad, como los del Ejército de Franco que con tanto ahinco se preocuparon de desacreditar y eliminar.

Bienvenidas sean las reformas si sirven para sacar a España de la ruina económica y moral en que la han sumido… y si además también sirve para que volvamos a ser una “Religión de hombres honrados” donde se respetan nuestros valores, nuestras tradiciones y a nuestros héroes.

Volvamos a ser soldados, y como tales, austeros y abnegados. Aceptemos el sacrificio, pero que tiemble Roma con la cólera de sus legiones cada vez que se nos toque la honra.

Y como prueba de nuestro nuevo compromiso y estatus quo, exijamos la restitución inmediata de la estatua del Generalísimo Franco en la Academia General militar de Zaragoza. Al fin y al cabo, gracias a la definición de disciplina que nos legó hemos aceptado y seguiremos aceptando todos los sacrificios… ¡Pero humillaciones y vejaciones a nuestros muertos, no toleraremos ni una más!

“A España la hacienda y la vida, se ha de dar, pero el honor es patrimonio del alma. Y el alma sólo es de Dios”.

*Lorenzo Fernández-Navarro de los Paños A. Miranda, ex comandante militar de La Coruña y Lugo.
El coronel Flores Thies insta a sus compañeros de armas a recuperar el patrimonio militar antes de que la “secta política” lo destruya
 
 
Jesús Flores Thies.- ¿Qué es lo que se considera como patrimonio militar? Para no liarnos diremos que es la Historia, las Tradiciones, la Cultura, los Monumentos, los Museos, los Archivos…militares, escrito cada concepto con mayúscula para que pese más.
 
Y allá va otra pregunta ¿Y quién es el principal responsable de ese Patrimonio? Fácil respuesta: el Ejército. Aunque hemos de decir que no es sólo el Ejército el dueño de ese patrimonio, porque lo es de todos los españoles. Pero al decir que el Ejército es el principal responsable hemos de aclarar para que nadie nos coja con el paso cambiado, que hablamos del Ejército como abstracción, el de las generaciones pasadas, las actuales y las futuras.

La generación actual, sometida al “diktat” de una secta política circunstancialmente en el poder, no puede cambiar ni destruir ese Patrimonio del que “sólo” es su defensor, tal como se lo dice, no ya la lógica y la razón, sino las mismas Reales Ordenanzas. Que es cosa que muchos responsables actuales de uniforme han ignorado, actuando de forma vergonzosa contra nuestro propio Patrimonio Histórico, Monumental, Cultural…, que volvemos a escribir con mayúsculas para que su importancia no decaiga.
 
Soy militar y pertenezco a una generación de las denominadas de veteranos, a las que se les sube o baja según conveniencias del que manda, dicho así de forma suave para que nadie se enfade, que ya le llegará el momento en párrafos más adelante. Y somos del Ejército o pertenecemos a él, tanto como el actual JEME, el Jefe de la Brigada Paracaidista o el cabo encargado del pienso de los caballos. Hace años tuve un intercambio de cartas en un periódico de Barcelona con un conocido periodista catalán. En una de ella, el plumífero escribió esto: “Éste se ha creído que me va a asustar por firmar como Coronel de Artillería”. La respuesta fue lógica y hasta él la iba a entender: “Usted firma como periodista, porque es periodista, pues yo firmo como coronel, porque lo he sido cuando estaba en activo, los soy ahora cuando estoy retirado y cuando me muera seré coronel muerto, pero siempre coronel”.
Y vamos a seguir con el firmante como línea argumental de estas consideraciones para poder llegar al final a la razón de estos comentarios: la defensa y recuperación del Patrimonio tan cobardemente destruido o escondido a lo largo de tantos años con la colaboración, no sabemos si entusiasta o dolida, del llamado “Mando”. Y nos elegimos, con el perdón del lector, porque somos el militar que mejor conocemos. Y así entraremos en las entretelas de un veterano que lleva el Ejército en la sangre, en el cerebro y en el corazón, dicho así sin la menor intención de hacer frases sonoras.
 
De casta le viene a este galgo. Mi abuelo, que había sentado plaza en un regimiento de Infantería en Málaga como educando de banda, pasaría por Cuba de sargento, y regresaría después de la derrota ya de subteniente. Moriría muchos años después de comandante. Mi padre salta a África en cuanto sale de la Academia de Toledo, después participa en la guerra civil en el bando nacional (¿en cuál iba a ser?) y muere en el frente de Madrid en mayo de 1937. Y ahora el galgo… Antes de saber andar, gateaba por las instalaciones militares del Castillo de Galeras donde estaba destinado mi padre. Algún tiempo después, saltamos a África y allí me entero de quien soy y de donde estoy en un fuerte en el desierto del Sáhara, viviendo el aire y el ambiente que algunos llaman despectivamente cuartelero; luego saltamos a la Península, estalla la guerra y presencio y vivo el ambiente militar de una ciudad, Lugo, que es casi una fiesta. Allí veo desfilar hacia el frente a los soldados gallegos a los acordes de las marchas “Los Voluntarios” y “Las Corsarias”. Después me veo en una ciudad que es como un campamento militar, Talavera, donde tenemos bombardeos de vez en cuando, uno de ellos el día de mi cumpleaños. Allí “fundé” la XII Bandera del Tercio en la que caería mi padre unos meses después. Fin de la guerras, un Colegio de Huérfanos de Militar, preparación para la General, cuatro años de cadete para saltar a África como primer destino…, y así hasta que un día llega el retiro, y otro coronel más pasa de activo a retirado.

El amor al uniforme hizo que jamás aceptara la recomendación de acudir al destino de paisano, a mi último destino de coronel el Barcelona iba en el metro, y hasta fui a visitar en más de una ocasión al teniente coronel Tejero en Figueras, de uniforme. Y el amor al Ejército me hizo seguir a su sombra hasta que “la muerte nos separe”.
 
Pertenezco a una generación que se hicieron cadetes cuando el Ejército estaba todavía en sus horas bajas, falto de medios y de material, pero con ilusiones muy altas. Hasta el año 1954 (en el segundo período) no vimos actuar a un carro de combate. En el período de Caballería durante el segundo curso, la instrucción era exclusivamente a caballo, en vehículos o en blindados, ni soñarlo. En el período de Infantería manejábamos la ametralladora Hotckins, la misma que había visto por primera vez en el desierto, quince años antes. Para prácticas topográficas, había tortas para poder coger el único goniómetro “Wild” que teníamos para trabajar.
 
Algo había cambiado en cuanto a mejora de vida del cadete porque con el general Capalleja tuvimos dos piscinas, un campo de deportes y hasta duchas individuales con agua caliente, además de una notable mejora en la comida, que era excepcional en maniobras o campamentos.

Nuestro salto a Melilla nos permitió comprobar otras deficiencias de material en instalaciones, deficiencias que no existían en la Legión o Regulares. Parecía que nosotros, artilleros e infantes de “a pie”, éramos unos advenedizos en una tierra que pertenecía a los otros, a legionarios y regulares. Pero teníamos la boca dura y las ilusiones intactas…, ilusiones que se mantuvieron a lo largo de nuestra vida, pese a los tropezones que dábamos de vez en cuando que para eso éramos hombres y no dioses. Presenciamos mejoras en el Ejército que muchos han pretendido minimizar, como artillero puedo hablar de los antiaéreos 90/50 o del 40/70, y más tarde de los grupos del Missil “Hawk” que hizo que, allá por mediados los años sesenta, centenares de artilleros, desde Jefes hasta Cabos 1º pasaran meses en los Estados Unidos aprendiendo a manejar el material.
 
Pero cuando muere el Generalísimo Franco llega la hora de los enanos. Y aquel Ejército de la Victoria, gracias al cual España había alcanzado aquellos niveles de desarrollo y de paz, se empieza a disolver, poco a poco al principio, y a gran velocidad poco después.

Nunca podremos entender aquella sumisión y aquella abulia que permitieron a nuestros enemigos (nuestros enemigos, lo repetimos) arremeter impunemente contra nuestra Historia y nuestro Patrimonio. No entendemos cómo generales que desfilaron delante de la estatua del generalísimo Franco cuando eran cadetes permitieran, primero, quitar el ”Víctor” de la base de la estatua para después, cuando llegó el tercer canto del gallo, eliminar la estatua, o cambiar el monolito de la entrada, por otro sin gracia.
 
Pero esto viene de lejos, no es cosa de la pútrida “Memoria Histórica”, sino desde los tiempos iniciales de la llamada transición. A un general de la Legión se le arresta por llevar legionarios al Valle de los Caídos; a un coronel que se despide de su unidad, la Maestranza de Artillería de Granada, se le arresta por mencionar a Franco en la “Orden del Día” como guía de su vida militar”; a un capitán general se le arresta por un comentario sobre sus compañeros juzgados por el 23-F; se obliga a cambiar el prólogo de un libro sobre la Historia de las FFAA, para quitar los elogios a Franco como militar; desaparece de la primera página de las Escalillas el nombre del generalísimo Franco, que había sido una iniciativa real, aunque después el soberano firmara la ley de la “Infamia Histórica” sin descomponer el gesto. Y nos referimos sólo al mundo militar, que en lo civil, la ofensiva iconoclasta era todavía más dura.

Sabemos que por una u otra razón, al morir Franco, las cosas en España iban a tener que hacerse de otra manera. La llegada de la democracia de partidos era ya imparable, y se sabía que ya no iba a ser necesario irse a Perpiñán para verles las domingas a la Bardot, que aunque alguien se escandalice, era deseo prioritario de gran parte de la sociedad española que primaba sobre la legalización de los partidos.
 
El programado fracaso del 23-F (…de 1981, que hubo otros en el siglo) vino de perlas para acoquinar a una sociedad militar que, a partir de entonces, se dejó manipular y humillar de forma imparable. Dentro de una sociedad española, sin rumbo, y cada vez más corrompida por la peste nacionalista y separatista, el Ejército pasó de forma implacable a ser una baraja en el juego de tahúres de las sectas políticas. Y se dejó manipular domeñado por los “mandos” convenientemente elegidos y en los puestos claves. Y tuvimos que sufrir una caterva de ministros de Defensa cuya principal característica era que el nombrado iba a ser peor que el anterior, pero indudablemente mejor que el que le iba a suceder. Los nombres de los dos Serra, Trillo, Alonso, Bono o Chacón pasarán con todos los deshonores a las antologías del disparate. Ellos y los demás han participado de forma eficaz en la destrucción de nuestro Patrimonio. Luego se han marchado a sus fincas, yates y propiedades dejando tras sí un paisaje de páramo cultural, que quizá era de lo que se trataba.

Pero es sin embargo responsabilidad de mucho cargo militar el que esta aberración se haya cumplido, y ellos deberían responder de su actitud entre condescendiente o cobarde, en todo caso sumisa de haberse llevado al Ejercito a esta situación de ilotas espartanos.
Lo que nos ordenan las Reales Ordenanzas para defender nuestras Tradiciones y nuestra Historia, parecía tener para ellos la misma importancia que la ley de arrendamientos urbanos de la república del Congo. Por eso, parte de nuestro Patrimonio fue eliminado, destruido o almacenado, incluso el que había en acuartelamientos militares que tenía directa relación con su propia Historia Militar. Dos mujeres ministras, la de Defensa y la de Cultura, decían sin tan siquiera alzar la voz: “esto fuera”. y “esto” se iba fuera o se destruía con una grúa, una excavadora o una piqueta manejada por mano militar.
 
Insistimos en que, si bien la miserable ley de la “Memoria Histórica” es la responsable de la sublimación del talibanismo rencoroso de una secta llamada socialista, todo venía ya rodando y empujada por otras opciones políticas. La eliminación absurda del Museo del Ejército de Madrid fue cosa de un Aznar que jamás había pisado aquel excepcional museo, entusiasmado con una idea lanzada por una ministra socialista. Y de la instalación de los restos de ese Museo en el Alcázar de Toledo, mejor es dejarlo para otro día…

Citemos, porque es obligado, el asesinato del museo Militar de Montjuich, que se perpetró, al principio de forma lenta, después aceleradamente a lo largo de varias legislaturas de colorines políticos diferentes.

El terrorífico Rodríguez Zapatero se ha marchado a contar sus medallas y los generosos beneficios económicos de su gestión, lejos del tinglado que ha dejado por detrás, y ahora un partido, el PP, ha de bailar con la más fea: la terrible crisis que, por otra parte, da la impresión de que, al no coger el toro por los cuernos, se ve incapaz de solucionar. Pero si Rajoy es capaz de andar y de rascarse al mismo tiempo, ha de dar instrucciones, por ejemplo, a su ministro de Exteriores para que solucione lo de Algeciras; al de Interior para que ponga firmes a los mineros del norte y a los de la rama etarra legalizada; y al de Defensa para que, además de cerrar farmacias militares o dejar sin postre a los militares, restaure nuestro Patrimonio.

La “Ley de Memoria Histórica” de ser anulada para que el Ejército pueda recuperar su propia dignidad.

Hay que ir pensando en volver a instalar la estatua de Franco en la Academia General, como símbolo o imagen un nuevo talante en el que prime la inteligencia y, por supuesto, una auténtica democracia que dice aquello de que todos los españoles somos iguales ante la ley, sea verdad.

¿Cómo se dice en inglés perder el tiempo?

*Coronel de Artillería y colaborador

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